"Estoy bien, sé llevarme con todas mis emociones. Y con
las que no, aprenderé"
La consulta se vuelve extraordinaria cuando me encuentro
cara a cara con frases que no son de mi autoría pero que surgen a través de la
conversación, así que al escucharla decir “se llevarme con todas mis emociones
y con los que no aprenderé” resonó en lo más profundo de mí, no pude evitar decirle:
espera.. déjame tomar esa increíble frase que te acaba de salir sin que nos
demos el tiempo para realmente escucharla, por su puesto que me miró con una
cara de sorpresa, talvez porque nunca se había detenido a observar como lograba
entablar conversaciones diferentes.
¿Te das cuenta de que todo esto no tiene como objetivo el
que tu seas inmune a las emociones, sino comprender que cada una de ellas tenía
su propósito.. un mensaje? Si, y comienza a expresarse como una experta en
lenguaje emocional, “Me di cuenta de
que, en lugar de huir de lo que sentía, debía sentarme en ese mundo interior,
explorar y abrazar incluso las emociones que me resultaban más difíciles y vaya
que eran muy dificiles.La tristeza me enseña a sanar, el enojo me impulsa al
cambio, el miedo me protege y la alegría me permite disfrutar”… Así, poco a
poco, sigo siendo testigo de como ella teje un lazo indestructible con su ser
emocional. Ya no era una extraña en su propio mundo interior, sino una compañera
de vida que se abrazaba con amor y comprensión.
Nuestro día a día es como un océano, en constante movimiento
y cambio. Cada día, navegamos en nuestro frágil barco emocional, enfrentando
las olas que se levantan ante nosotros. Al principio, algunos de nosotros nos
aferramos a la creencia de que la calma se encuentra en evitar las tormentas,
negando las emociones que surgen como olas furiosas. Pero pronto aprendemos que
ese no es el camino hacia la verdadera serenidad.
Cuando eso sucede vemos la tristeza como una ola que limpia
nuestro corazón y nos conecta con nuestra humanidad. El enojo como una ola que
nos impulsa a cambiar el rumbo cuando es necesario. El miedo como una ola que
nos advierte y protege de peligros potenciales. Y la alegría que nos invita a
disfrutar plenamente del viaje.
¿Y tú? ¿Qué emociones te han enseñado más en tu viaje? ¿Cómo
las abrazas y aprendes de ellas?
Hasta pronto
Diana Guiher
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